sábado, octubre 28, 2006

Las Miradas

Pienso que los chicos tendemos a malinterpretar los gestos de cariño y afecto de las amigas y por ello ocurren muchas veces malentendidos. Un ejemplo serían las miradas. Las chicas, en su ya clásica intuición (generalmente, que también hay excepciones), ven de lejos a los que les van a tirar los tejos. Una actitud deferente suele ser suficiente para evitar el desencuentro. Sin embargo, cuando el cruce de miradas se hace más intenso, salta la alarma en los chicos: me ha mirado. Inmediatamente el cerebro comienza a extrapolar las cosas y las conclusiones pueden ser de lo más variopintas.

Más de cerca, si la chica mantiene la mirada puede ser síntoma de amistad, pero si se acerca cuando el chico se acerca, puede ser interpretado por un tercer observador como un gesto de interés posiblemente fuera de la amistad. Sin embargo, y a pesar de ello (y de que el chico también lo piense así), no suele acertar en la diana aquel que apueste por ese caballo, pues también depende de la manera de ser de la chica. El tan consabido “espacio vital” es algo que podemos ceder temporalmente sin que haya una insinuación amorosa. No obstante, la cesión continua sí es interpretada habitualmente como un sinónimo de intimación. Y cuando la chica, consciente o malignamente, “se deja invadir” generará casi inevitablemente un conflicto si es que en verdad no está interesada.

Entonces, ¿no dejamos nunca que nuestro espacio vital sea compartido? Yo creo que no hay que ser tan drásticos. De hecho, basándonos en el conocido lema “es en las distancias cortas donde un hombre se la juega” hay que saber que donde se la juega un hombre es más bien en la invasión del espacio vital, sea a la distancia que sea. Nada más cercano a la realidad en este plano de intimación, pues, como bien es sabido, de cerca los defectos se ven más fácilmente y esto es aplicable no sólo a los defectos físicos sino de actitud, psicológicos, intelectivos y de intención. En el momento que se cruza la raya surgen los temblores.

La chica puede ser inconsciente de sus señales, pero no debería ser tan cínica como para negarlas. Una mirada, un acercamiento, la cesión del espacio, el roce de una mano… son muchos síntomas de atracción. Jugar con ellos no es nada ético. Y a pesar de todo, seguimos cayendo en las mismas trampas, porque no podemos dejar de ver esos ojos tan bonitos.