Presentación.
En el principio sólo estaba la Nada.
Creó Dios los cielos y la Tierra, creó los mares, ríos y lagos, montañas y valles, bosques y desiertos, golfos y cabos, fosas marinas, penínsulas e islas, y la madre que las parió a todas, y creó todo tipo de paisaje visto y por ver en el Planeta Tierra.
Luego creó a los seres vivos, los animales (los dinosaurios se extinguieron pero no voy a entrar en detalles sobre cómo pasó aquello).
Por último creó al Hombre, a Su imagen y semejanza, al que dio plenos poderes sobre todas las criaturas creadas por Él durante los últimos siete días.
Y dijo Dios: “No es bueno que el hombre esté solo”. Y durmiéndolo, le extrajo una costilla y a partir de ella creó a su compañera, la Mujer...
Y pasó el Tiempo en el Paraíso, y entonces dijo Dios: “Podéis comer de todos los árboles a los que alcance vuestra vista, mas a ése de ahí, del Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal, no debéis comer, pues si lo hacéis, moriréis”.
Claro, aquellos eran tiempos felices, pues el Hombre vivía en el paraíso con su compañera, abrazados ambos a una vida feliz, perfecta e inmortal. Pero llegó la serpiente, que engañó a la mujer para que comiera del fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, diciéndole que sería como Dios. Y la mujer picó el anzuelo y comió, engañada por la serpiente. Y le ofreció al hombre, que también comió.
Pues sí, ya como estamos viendo, desde los primero tiempos fue la mujer el primer ser viviente de la Historia de todo el Mundo en liarla. Porque engañarla una serpiente, a la mujer, es que mira que hay que tener menos luces que el coche de los Picapiedra. ¡Manda huevos, no sabía que Eva hablara pársel! Y no sólo es fastidiarla de ese modo, sino que además, gracias a esta graciosísima historia, gracias a la mujer, somos unos seres desgraciados que rondan este valle de lágrimas todos los malditos días, somos seres mortales, sufrimos, padecemos, ¡¡¡y todo porque la tía mordió la maldita manzana!!! Es que manda narices, ya desde los tiempos ancestrales no hacían ni una a derechas, ¡pues ahora qué van a hacer!
Pues aquí estamos de nuevo. Esto es la competencia. Y como veis, empiezo “suavecito”, tomando un primer contacto con este nuevo chisme al que algunos llaman bitácora; otros, blog; otros, diario; yo prefiero llamarlo “salvación de los árboles, ordenador, informática, nueva tecnología, Internet”. Aunque pensándolo bien, si hubiera existido el papel y hubieran talado aquel maldito árbol en su día, tal vez ahora no seríamos unos simples pringaos, mortales, gracias a aquella mujer que mordió una fruta y la lió, pero bien...
En fin. Que aquí estamos. Levantando las armas. Apuntando al cielo. Dispararemos en cuanto algo se mueva. Y no será agradable.
Porque la venganza no es un plato que se sirva frío, ni caliente. Simplemente, se sirve.
Que comience el espectáculo.
Creó Dios los cielos y la Tierra, creó los mares, ríos y lagos, montañas y valles, bosques y desiertos, golfos y cabos, fosas marinas, penínsulas e islas, y la madre que las parió a todas, y creó todo tipo de paisaje visto y por ver en el Planeta Tierra.
Luego creó a los seres vivos, los animales (los dinosaurios se extinguieron pero no voy a entrar en detalles sobre cómo pasó aquello).
Por último creó al Hombre, a Su imagen y semejanza, al que dio plenos poderes sobre todas las criaturas creadas por Él durante los últimos siete días.
Y dijo Dios: “No es bueno que el hombre esté solo”. Y durmiéndolo, le extrajo una costilla y a partir de ella creó a su compañera, la Mujer...
Y pasó el Tiempo en el Paraíso, y entonces dijo Dios: “Podéis comer de todos los árboles a los que alcance vuestra vista, mas a ése de ahí, del Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal, no debéis comer, pues si lo hacéis, moriréis”.
Claro, aquellos eran tiempos felices, pues el Hombre vivía en el paraíso con su compañera, abrazados ambos a una vida feliz, perfecta e inmortal. Pero llegó la serpiente, que engañó a la mujer para que comiera del fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, diciéndole que sería como Dios. Y la mujer picó el anzuelo y comió, engañada por la serpiente. Y le ofreció al hombre, que también comió.
Pues sí, ya como estamos viendo, desde los primero tiempos fue la mujer el primer ser viviente de la Historia de todo el Mundo en liarla. Porque engañarla una serpiente, a la mujer, es que mira que hay que tener menos luces que el coche de los Picapiedra. ¡Manda huevos, no sabía que Eva hablara pársel! Y no sólo es fastidiarla de ese modo, sino que además, gracias a esta graciosísima historia, gracias a la mujer, somos unos seres desgraciados que rondan este valle de lágrimas todos los malditos días, somos seres mortales, sufrimos, padecemos, ¡¡¡y todo porque la tía mordió la maldita manzana!!! Es que manda narices, ya desde los tiempos ancestrales no hacían ni una a derechas, ¡pues ahora qué van a hacer!
Pues aquí estamos de nuevo. Esto es la competencia. Y como veis, empiezo “suavecito”, tomando un primer contacto con este nuevo chisme al que algunos llaman bitácora; otros, blog; otros, diario; yo prefiero llamarlo “salvación de los árboles, ordenador, informática, nueva tecnología, Internet”. Aunque pensándolo bien, si hubiera existido el papel y hubieran talado aquel maldito árbol en su día, tal vez ahora no seríamos unos simples pringaos, mortales, gracias a aquella mujer que mordió una fruta y la lió, pero bien...
En fin. Que aquí estamos. Levantando las armas. Apuntando al cielo. Dispararemos en cuanto algo se mueva. Y no será agradable.
Porque la venganza no es un plato que se sirva frío, ni caliente. Simplemente, se sirve.
Que comience el espectáculo.
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